Las causas que provocan la
pérdida de biodiversidad son:
La eliminación de seres vivos al
sobre explotar los recursos naturales (pesca, caza, agricultura intensiva).
La eliminación de los hábitats
naturales de ciertas especies por urbanismo o construcción de carreteras.
La destrucción de los recursos al
fabricar objetos como papel, herramientas, materiales de construcción.
La contaminación de los hábitats
y los recursos alimentarios de seres vivos con fertilizantes, pesticidas,
emisiones y vertidos tóxicos que alteran sus procesos reproductivos.
La introducción de especies en
hábitats nuevos, que provoca un desequilibrio entre las especies.
El cambio climático.
La repoblación forestal con
monocultivos de rápido crecimiento
La pérdida de hábitats que tiene lugar con los cambios en el uso de la
tierra, en particular la conversión de ecosistemas naturales en tierras de
cultivo, sigue siendo la causa directa más importante de la pérdida de
biodiversidad. Hasta ahora, se han convertido en campos de cultivo entre el 20
y el 50% del área total de más de la mitad de los catorce biomas terrestres del
planeta.
El uso insostenible de los
ecosistemas y la sobreexplotación de la biodiversidad siguen
constituyendo serias amenazas. El ser humano hace uso de numerosas especies
para satisfacer sus necesidades básicas. Numerosas especies muestran un declive
continuo causado por un aprovechamiento insostenible de las mismas o por
realizar la cosecha de tal modo que amenaza los ecosistemas de los que
dependen. Estos declives son generalizados.
Se prevé que en las próximas
décadas el cambio climático se convierta progresivamente en una mayor
amenaza para la biodiversidad. Hasta la fecha, se han producido en todo el
mundo cambios en las fechas de floración y en los patrones migratorios así como
en la distribución de las especies. En Europa, en los últimos cuarenta años, el
comienzo de la estación de crecimiento se ha adelantado una media de diez días.
Este tipo de cambios pueden alterar las cadenas alimenticias y crear
desequilibrios en los ecosistemas en los que diferentes especies hayan
desarrollado una interdependencia sincronizada, por ejemplo entre los sitios de
anidamiento y la disponibilidad de alimentos.
El transporte de plantas,
animales y microorganismos, de forma deliberada o accidental, a una zona fuera
de su medio geográfico natural, puede causar serios daños a las especies
autóctonas al competir con ellas por los alimentos, comiéndoselas, propagando
enfermedades, ocasionando cambios genéticos mediante la reproducción intermedia
con especies o poblaciones autóctonas y perturbando diversos aspectos de la red
trófica y el medio ambiente físico. Según los datos recogidos en 57 países
distintos, se han encontrado más de 530 especies exóticas con un
demostrado impacto sobre la biodiversidad, lo que da lugar a una media de
aproximadamente 50 especies por país (y una oscilación de nueve y cerca de
200).
La acumulación de sustancias
contaminantes como el fósforo o el nitrógeno, en gran medida debido al
exceso de fertilizantes, procedentes de tierras de cultivo, y aguas residuales
u otros vertidos, provocan un aumento de la cantidad de algas que pueden
beneficiarse de los nutrientes añadidos. A su vez, las algas pueden ser tóxicas
y, por lo tanto, suponer un peligro para la salud, sin embargo, el mayor daño
para la diversidad se produce cuando se descomponen y consumen grandes
cantidades del oxígeno del agua. De este modo, crean "zonas muertas"
donde otras formas de vida no pueden sobrevivir. El número de dichas zonas
muertas aumentó de 149 en 2003 a cerca de 200 en 2006. La continúa emisión de contaminantes derivados de las
actividades urbanas y agrícolas junto con el proyectado crecimiento del
desarrollo costero y la intensificación agrícola pueden multiplicar el número
de las zonas muertas durante las próximas décadas, si no se introducen importantes cambios
en las políticas.
Las definiciones utilizadas actualmente por la Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) son complejas
para ser más objetivas. A continuación se presentan algunas de las
condiciones necesarias para que las especies pertenezcan a las diferentes
categorías.
Extinción de
especies
En la biología y ecología, la extinción
de especies es el final de un organismo o de un grupo de organismos como
especie toda.
Una especie se extingue cuando
el último miembro actual de la especie muere. La extinción por lo tanto, se convierte
en una certeza cuando no hay animales o vegetales de esa especie que sobrevivan
capaces de reproducir y crear una nueva generación.
Una especie puede llegar a ser funcionalmente extinta, cuando sólo un puñado de
individuos sobreviven, que son incapaces de reproducirse debido a la mala
salud, edad, distribución dispersa en un amplio intervalo, la falta de
individuos de ambos sexos, etc.
En ecología, la extinción de especies se utiliza
a menudo informalmente para referirse a la extinción local, en el que una
especie deja de existir en el área de estudio, pero todavía existe en otros
lugares. Este fenómeno también se conoce como “extirpación”.
La extinción de especies puede tener efectos en cadena, provocando la extinción
de más de ellas. Éstos se llama” extinción en cadena” siendo
es especialmente común con la extinción de especies clave.
La extinción es la desaparición total de una especie en el
planeta. Durante la larga historia del planeta ha habido muchas extinciones
causadas por cambios climáticos, vulcanismo, inundaciones, sequías. Sin
embargo, en los últimos años la gran mayoría de las extinciones de flora y
fauna se deben al impacto directo o indirecto de las actividades humanas
Durante los últimos 2,000 años, el mundo ha perdido, por
extinción, más de 100 especies o subespecies de mamíferos. Aproximadamente dos
tercios de estas pérdidas han ocurrido desde mediados del siglo 19, y la
mayoría desde inicios del siglo 20. Además de esos mamíferos ya extintos,
muchos más están desapareciendo o amenazados.
El factor principal en la disminución de la fauna mundial ha sido la sociedad
humana moderna, operando ya sea en forma directa a través de una cacería
comercial excesiva o, lo que es más desastroso, indirectamente por invasión o
destrucción de los hábitats naturales, dando armas de fuego a quienes antes no
tenía o la introducción en ciertas áreas (Australia y muchas islas) de
mamíferos exóticos más agresivos.
Comparativamente pocas especies parecen haber desaparecido en
los últimos años debido a senilidad evolucionaria, enfermedad o cambio
climático. Los interesados en la conservación de la vida silvestre reconocen
que se requiere mucho más que una simple protección de animales individuales.
La conservación de los animales debe empezar con la conservación
del hábitat, el área donde los animales se alimentan, descansan y se
reproducen. Desde luego que esto involucra mucho más que la simple preservación
de la población animal, e incluye la conservación del suelo y la cubierta
vegetacional.
Pero el inmenso crecimiento de la población humana mundial y
sus necesidades económicas en expansión, promoviendo la consiguiente extensión
e intensificación de la industria y la agricultura, ha invadido los hábitats
naturales que todavía permanecen en el mundo. Esto ha estado asociado con la
introducción de nuevos tipos de cultivo, drenaje de humedales, descenso general
de la capa freática, contaminación de ríos y lagos, destrucción de los bosques,
y el uso indiscriminado de insecticidas y herbicidas. En muchas partes del
mundo, ha ocurrido una destrucción amplia de los bosques y de grandes zonas de
vegetación natural.
Las actitudes hacia los animales salvajes factibles de ser
muertos para alimento, aceite, pieles, plumas o deporte, han ido sufriendo
cambios considerables en muchas partes del mundo.
Un ejemplo que ilustra bien las actitudes anteriores es el de
Gran Bretaña que estuvo implementando durante dos siglos la llamada
"protección de los animales de cacería"; el propósito original fue
crear artificialmente altas poblaciones de especies deportivas (perdices,
faisanes, patos, etc.) mientras que, al mismo tiempo, se reducían las
poblaciones de los animales depredadores, incluyendo los búhos. Esta alteración
del equilibro natural tuvo muchas otras consecuencias, particularmente en la
agricultura y la silvicultura.
Las poblaciones de conejos y palomas aumentaron rápidamente y causaron daños
muy amplios. En algunos lugares de Gran Bretaña, el paisaje fue alterado
sembrando bosques y la creación de otras áreas nuevas, incluyendo lagos
artificiales para las aves acuáticas –todo con el propósito de crear grandes
poblaciones de ciertas especies cinegéticas.
Estas y otras medidas resultaron en que a las especies de
caza les fue excepcionalmente bien mientras que otras especies salvajes
tuvieron otra suerte. La visión moderna es diferente: la conservación total de
la vida silvestre, y esta visión está reemplazando rápidamente a la protección
exclusiva de las especies cinegéticas.
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Cuando no hay duda razonable que el último individuo de una especie ha muerto. |
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Cuando los individuos de una especie solo sobreviven en cautiverio o en poblaciones fuera de su área de distribución histórica. |
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Cuando una especie enfrenta un alto riesgo de extinción en la naturaleza debido a:
Una reducción en el tamaño de su población (de más del 90%) durante
los últimos 10 años y se entienden las causas de la disminución y es
reversible.
Una reducción en el tamaño de su población (de más del 80%) durante
los últimos 10 años si no se entienden las causas de la disminución o no es
reversible.
Si el área de los límites externos de su distribución es menor a 100
km2.
Si el área ocupada es menor a 10 km2.
Si su población es menor a 250 individuos maduros y continuos
reduciéndose.
Si su población es menor a 50 individuos maduros aunque esté estable.
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Cuando una especie enfrenta un alto riesgo de extinción en la naturaleza debido a:
Una reducción en el tamaño de su población (de más del 70%) durante
los últimos 10 años y se entienden las causas de la disminución y es
reversible.
Una reducción en el tamaño de su población (de más del 50%) durante
los últimos 10 años si no se entienden las causas de la disminución o no es
reversible.
Si el área de los límites externos de su distribución es menor a 5,000
km2
Si el área ocupada es menor a 500 km2.
Si su población es menor a 2,500 individuos maduros y continua
reduciéndose.
Si su población es menor a 250 individuos maduros aunque esté estable.
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Cuando una especie enfrenta un alto riesgo de extinción en la naturaleza debido a:
Una reducción en el tamaño de su población (de más del 50%) durante
los últimos 10 años y se entienden las causas de la disminución y es
reversible
Una reducción en el tamaño de su población (de más del 30%) durante
los últimos 10 años si no se entienden las causas de la disminución o no es
reversible
Si el área de los límites externos de su distribución es menor a
20,000 km2
Si el área ocupada es menor a 2,000 km2
Si su población es menor a 10,000 individuos maduros y continua
reduciéndose
Si su población es menor a 1,000 individuos maduros aunque esté
estable.
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Cuando una especie ha sido evaluada bajo los criterios establecidos y aunque no califica para las categorías de alto riesgo, está muy cercana y probablemente califique en un futuro. |
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Cuando la información existente no es adecuada para evaluar el riesgo de extinción de una especie. |
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Cuando una especie ha sido evaluada contra los criterios pero no califica para las categorías de alto riesgo y probablemente no califique en un
Futuro cercano porque es abundante y con área de
distribución amplia.
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